miércoles, 4 de mayo de 2011

La Lira de Orfeo

Retumba en los oídos sordos de un transeúnte las notas con las cuales navegaba en el fondo del infierno Orfeo, buscando a su amada Eurídice, pero en medio del compás somnoliento de aquel pobre y desierto corazón se encontraba aún la duda de su existencia, aún marchitaba sus entrañas la desesperanza por jamás haber escuchado su dulce y esperanzada voz.

Era una tarde de verano donde nunca se acostaba el sol, una jóven de cabellos rizados y un jóven con nariz de pintor...ellos miraban sus rostros con el detalle más mínimo de sus pestañas que parpadeaban tan sólo por necesidad, pero el encadilamiento de sus bellezas los llevó a un sinfín de paisajes recónditos para aquellos que deleitaban sus juegos con miras de un pagano carnaval.

Ellos encontraron en alguna noche perdida un baúl de secretos bajo el mar, aquel mar que relucía impecable e imponente ante la luz del día...porque el sol sí salía pero aún...era noche al caminar.

En el bagaje de su tiempo libre cuando no tenían a cuestas la obligación de salir vestidos de polvo gris y manchas de colores tenues por la ventura, paseaban por los bosques sin tristezas de aquel pueblecillo donde las flores jamás marchitaban y cantaban como ninfas entusiasmadas por la llegada de un nuevo rey.

"Oh! y mi amor se ha acentuado por tí... luz que adornó las sombras que latían permanentes en mi corazón, por tí que has borrado cada mancha de aquellos tonos tenues y ensombrecedores de mi paz y mi lealtad, por tí que le has devuelto el mágico hálito de los bosques encantados a esta bella y dulce flor" 

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